Como ya os comenté hace un tiempo en mi grupo tenemos pendiente una campaña para estas navidades y yo para dar juego iré con el Ordo Xenos al frente de la batalla
Aquí os dejo el trasfondo de Kir Kanos, Inquisidor del Ordo Xenos:
A penas hay datos del modo en que Kanos consiguió ascender a Inquisidor del Ordo Xenos, tan sólo se sabe que fue el más joven escolta del Inquisidor Czevak, a quien salvó de múltiples peligros gracias a su pericia en combate, pero más aún gracias a su capacidad para adelantarse a los movimientos de sus enemigos. De todos excepto de los Eldars, los ancestrales Xenos de los Mundos Astronave siempre fascinaron a Kanos del mismo modo que lo hicieron con su maestro. De su mano conoció algunos de los secretos más antiguos de la raza así como valiosos consejos para combatir a ciertos enemigos de la humanidad, como a los Necrones, el Mal durmiente.
Los archivos e informes del Ordo Xenos no concretan qué sucedió posteriormente con Czevak ni cómo Kir Kanos fue nombrado Inquisidor, pero sí que hablan de su tremenda eficacia como defensor de la Humanidad frente a algunos de los peligros alienígenas de la galaxia, aunque sus métodos no fueran del todo ortodoxos...
En más de una ocasión Kanos ha empleado auxiliares Xeno para cumplir sus misiones, y con gran éxito la mayoría, pero esto le ha ganado una reputación dudosa entre sus aliados incluyendo acusaciones de traición al Credo Imperial. No obstante Kir siempre supo salir indemne de cualquier situación de peligro.
La batalla de Crandax fue uno de los momentos más importantes de la vida de Kanos. En su intento de defender el planeta frente a la horda Orka había visto cómo la mayoría de sus fuerzas eran abatidas y tan solo un puñado de sus guardias personales seguían a su lado. Sin apoyo aéreo y rodeado de enemigos se vio perdido. En ese momento un fogonazo de luz cegó a ambas fuerzas, sólo para dejar paso a la furia de los Jinetes del Viento.
Una Hueste de Saim-Hann cayó sobre los pieles verdes a lomos de elegantes motocicletas gravíticas y de transportes serpiente. Mientras el fuego de shurikens despedazaba orkos en cualquier punto de la batalla Ianuïr, la Gran Vidente de Saim-Hann se presentó ante Kanos como su salvadora y le invitó a acompañarla al Mundo Astronave.
Kir no sabía cómo reaccionar; conocía a los Eldar, y aunque les respetaba y estimaba sabía que no prestaban su ayuda sin esperar nada a cambio, o peor aún, sin utilizarte posteriormente. A pesar de todo y sabiendo que no tenía elección accedió a la invitación.
Kir Kanos jamás habló de su estancia durante un año completo en Saim-Hann, tan sólo se sabe que volvió distinto. Con una joya espiritual al cuello y una nueva espada forjada por él mismo en las forjas de Saim-Hann volvió a combatir a los Xenos con más furia que nunca.
A pesar de la gran eficacia de Kanos sus compañeros Inquisidores seguían desconfiando de él, incluso los más poderosos comenzaban a conspirar contra su vida. Pero Kir Kanos ya no era el mismo. Todos aquellos que dudaban de él desaparecieron misteriosamente, y con cada desaparición la joya espiritual de Kanos brillaba cada vez más y más.
Pero Kir Kanos jamás se perdonaría el que considera su último error: confiar en la humanidad...
Varios años después de visitar Saim-Hann, Kanos recibió una llamada de auxilio de la Guardia Imperial en Crandax. En nombre del Emperador la Cuzada del Mariscal Karl había acudido al planeta para recuperarlo de las manos de los Orkos, y al parecer el plan no estaba saliendo cómo se preveía.
Kanos llegó a Crandax sobre su Valkyria Inquisitorial acompañado de su Guardia Personal y desde su posición privilegiada pudo ver que poco quedaba ya de la Guardia Imperial y menos aún de los Cruzados del Emperador. Ordenó aterrizar junto al que parecía el líder Templario, cuya vida pendía de un hilo, rodeado totalmente de Orkos. La llegada de Kanos sirvió para salvar a Karl de la muerte; pero el orgullo del Templario no le permitió aceptar la retirada, ni mucho menos un simple agradecimiento a Kir.
Las fuerzas de la Inquisición al mando de Kanos seguían llegando a Crandax pero nada parecía servir. Los Orkos superaban a las fuerzas Imperiales en proporción de cien a uno y Kanos intuía que la vida de sus hombres valían mucho más que el orgullo de un estúpido Astartes que de poco más entendía que utilizar su Puño de Combate. Kir Kanos comprendió que no iba a poder salvar a los Templarios, así que comenzó a ordenar la retirada de sus fuerzas. El Mariscal Templario, imbuido de rabia acusó de traidor al Inquisidor vociferando y corrió hacia él dispuesto a acabar con su vida, pero justo antes de que Karl pudiera alcanzarlo un fogonazo de luz que resultaba familiar a Kanos cegó a todos los presentes en el campo de batalla.
Ianuïr apareció ante Karl como una figura celestial dispuesta a detenerle, pero para el Templario, ver a una "bruja" defendiendo a un Inquisidor no hizo más que empeorar la situación. Un golpe seco bastó. Justo cuando Kir se acercaba para ayudar a la Vidente no pudo hacer otra cosa que sostener su cuerpo inmóvil en sus manos.
El aullido psíquico de Kir Kanos resonó por todo Crandax tan fuerte que los Orkos detuvieron su ataque. El dolor en el alma del Inquisidor era demasiado fuerte, sólo la venganza podría sanar algo una herida tan profunda; pero cuando alzó la vista Karl había desaparecido. Fue su último error, se hizo jurarse a sí mismo que sería su último error.
Kanos escapó de Crandax junto a unos pocos supervivientes de la Inquisición en sus Valkyrias. El cuerpo aún caliente de Ianuïr continuaba entre sus brazos, bañado en lágrimas de angustia y odio.
Pasado un año Kir Kanos recibió una llamada de una Inquisidora del Ordo Hereticus. Se dirigía junto a una fuerza de Hermanas de Batalla a Urdanesh.
Al parecer había claros indicios de activdad Xeno desconocida sobre el planeta. A Kanos eso no le importaba lo más mínimo ya, al contrario que el hecho de que una Fortaleza Monasterio Templaria se encontrara sobre el planeta...
CONTINUARÁ
Espero que os haya gustado y no os haya resultado aburrido ^^
Un saludo.
Mingu.
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